Eso era cosa de las abuelitas, “que lindo mi nieto con rosquitas en los bracitos, piernas y carita rechoncha” pero ciertamente eran pocos niños a los que se le podían atribuir esas características a dios gracias.
Por desgracia ahora son muchos, cada vez más. La obesidad infantil se ha triplicado en sólo 15 años, las consecuencias de esto van a ser muy graves, pero soluciones existen. Simplemente hay que volver a cambiar los hábitos alimenticios, porque justamente eso y la falta de actividad es lo que ha provocado ese incremento de obesidad en la sociedad infantil.
Los niños influenciados en gran medida por los propios padres, dejan de comer frutas, verduras, legumbres y pescado a cambio de la comida rápida y la bollería. También han cambiado los juegos de calle, carreras, etc., por el video-juego sentado en casita, y la televisión.
Aparte de problemas físicos y de movilidad en el niños, la obesidad trae consigo enfermedades como la diabetes II, hipertensión, colesterol (parece mentira cuantos niños en edades de 8 a 10 años que tienen colesterol alto) trastornos hepáticos y digestivos, trastornos psicológicos que implican baja autoestima, depresión…
Y lo peor es que se está asegurando la obesidad adulta con las mismas enfermedades agravadas. Con esta situación se prevé que la próxima generación vea reducida su esperanza de vida y por supuesto su calidad de vida a pesar de los avances médicos. Existen estudios que indican que la obesidad acorta la vida en unos 13 años.
Pero podemos remediarlo, como decía antes, cambiando los hábitos alimenticios y poniendo más actividad física diaria. Claro que antes de inculcar esos buenos hábitos a los niños debemos dar ejemplo los mayores, no puedes darle fruta para merendar diciéndole que es bueno y adecuado para su salud mientras el papá se come un dulce. Seamos coherentes, y sobre todo conscientes.
Si la salud de tus hijos está en tus manos no dejes que la pierdan.
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